El día en el que media Luna se convirtió en poetisa. Y la esfera partida que poblaba el cielo oscurecido buscaba desesperada su mitad entre los habitantes de Madrid. Mientras que la amante de las palabras observaba el cielo, escribiendo una carta a su amor verdadero, sin creer en el destino, pensando que lo que nos rodean son casualidades, desconociendo que ella realmente era parte de la noche. Y durante las horas de oscuridad, se convirtió en musa de pintores que sentían perdida su inspiración, sin saber realmente que aquella chica que escribía con la vista alzada no era sino la misma protagonista de las más maravillosas obras de arte. E infelices se quedaban admirados ante el astro disfrazado, transformando su vida desgraciada en un instante de luz blanca. Imagina a la Luna personificada, cuán magnífica debía de presentarse, qué espléndidas palabras se transformarían desde su pluma, pensando en sí misma, en su propia mitad.
Fue el día en el que las calles contaban historias de amor. Se oían palabras de predestinación. Se escuchaba el convencimiento de todos: si se quieren, es real, aunque acaben hundidos en su propia tristeza. Y un hombre en el tren abrazaba sus ideas, recopiladas en una carpeta azul, donde estaba ella de mil formas distintas. Su cuerpo a carboncillo, sus pensamientos en poesía, sus notas de afecto. Faltaba su voz. Y el hombre lloraba. Otra persona frente a él, compartiendo el mismo vagón, entendió su pena, y le acompañó en su llanto silencioso. Una lágrima cayó sobre la nota que algún desconocido había escrito para él (puede que la Luna poetisa).
Fue la noche en la que los reencuentros eran besos en medio de la estación. Donde todos eran espectadores, y ellos solo se sentían el uno al otro, sin percatarse de las sonrisas tiernas que despertaban en los demás. Fue arte en los caminos, en las fuentes, entre las grietas escondidas, junto a los versos de Neruda. Y música esparcida por el suelo, desde donde se ven los andares de la gente con prisa, cuando el tiempo se para porque sabes que puedes vivirlo. Cuando el silencio se presenta, sin dejar huecos vacíos. Proyectos a medio terminar. Desde aquí se puede ver a dos personas sincerándose, acusándose a sí mismas de ser las mejores constructoras de muros translúcidos, a través de los cuales parece que se escapa cada parte de ellas, pero son casi indestructibles.
Desordenadamente ordenado, con palabras enmascaradas.(Los sentimientos no se plasman para ser comprendidos.)
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