miércoles, 8 de julio de 2015

Lienzo en negro.

     ¿Cómo se explica la magia? Mi hermano nunca ha sido un chico de muchas palabras. Se expresa con los colores, con los pinceles. Transmite todo lo que siente pasando antes por sus dedos. Me gustaría poder meterme en su cabeza, y ver todo lo que hay escondido en ese cofre cerrado con candado. Sobre todo ahora...

     Me duele todo. No lo entiendo. Oigo cómo la gente pasa a mi alrededor. Oigo conversaciones. Pero no consigo ver nada. Intento abrir los ojos todo lo que puedo; acerco mis manos a la cara y coloco mis dedos de tal forma que me obligo a mantenerlos abiertos. Nada. Grito el nombre de mi hermana. Alguien se acerca rápidamente.

     El accidente ha acabado con mi visión. Después de varias horas he comprendido que no volveré a ver, no podré dibujar, nunca estaré delante de una exposición que lleve mi firma, como siempre había soñado. ¿Y si los colores se me acaban olvidando, como un idioma cuando lleva mucho tiempo abandonado?

     Es mi segundo día en casa. No quiero salir. Tengo miedo. Cuando éramos más pequeños, mi hermana y yo jugábamos a guiarnos el uno al otro con los ojos tapados. Y en cuanto nos sentíamos en peligro, separábamos disimuladamente los dedos para poder vislumbrar el camino y volver a estar seguros. Ahora mi peligro no se ahuyenta como en un juego de niños. Siento cómo una lágrima resbala por mis mejillas y... cae dejando una huella azul en mi ahora inmensa oscuridad. Mi corazón ha empezado a ir más rápido. Extiendo la mano, e intento tocar la mancha que ha aparecido como por arte de magia. La extiendo. Puedo hacer que tome la forma que yo quiera. Algo dentro de mí sonríe.

     Estoy intentando recordar todos los colores que pueda. Mi vista cegada se ha convertido en un gran lienzo negro. Todavía no se lo he dicho a nadie. Sé que no es solo mi imaginación. Los diferentes tonos están ahí, y puedo utilizarlos como yo quiera.

     Nadie podría creerme, excepto ella. Hoy he terminado mi primer cuadro. He dibujado la playa a la que solíamos ir. Me ha parecido que lo más sencillo sería empezar por algo conocido. Mi hermana al principio se ha mantenido distante, después ha procurado ilusionarse y alegrarse por mí, porque cree que así estoy más contento; pero tras un rato de explicárselo todo despacio, ha ido entendiendo que realmente pinto en mi visión negra.

     Me ha repetido tantas veces que le gustaría poder ver mis lienzos... ojalá pudiera enseñárselos. Ya tengo suficientes como para exponerlos en una sala pequeña. Mi favorito es uno en el que está dibujada ella. No quería olvidarla.

     Esta noche he soñado con mi deseada exposición. Todos mis cuadros estaban colgados en una pared de ladrillo, espectaculares. Y todos, con un fondo negro inconfundible. Ella estaba allí. Los vio conmigo. Se acercó al suyo, me miró, y sonrió. Echaba de menos poder ver ese gesto. No quería que se acabara... Su mano apretó la mía. Sentí cómo volvía a la oscuridad. Estaba despierto.

     Se acercó despacio y me susurró al oído: "gracias". Yo sabía que estaba sonriendo.

domingo, 5 de julio de 2015

Música oprimida.

     El ritmo se veía inyectado en mis venas cuando una de las luces intermitentes entre la oscuridad del lugar iluminaba mi cuerpo. Mi frente brillaba, y me reía al verle a él segundo a segundo de color cambiante. El rojo le favorecía. Entonces, me sentí envuelta en una burbuja. El ruido era eco. Rodeábamos a un grupo de chicos y chicas vestidos de negro, corriendo en círculos, pegando gritos, e intentando oprimir toda la música que pudieran en los pocos espacios vacíos que dejaban entre los miles de brazos de cada uno. Alcé la voz para hablarle, y todo volvió a su volumen e imagen real. Salté hasta dejarme los pies planos, sintiendo que mi sonrisa era tan grande que cualquiera habría podido engancharla sin dificultad y llevársela a rastras, pero solo él la vio, e imitó mi gesto. Algunos chicos nos vieron (casi con prismáticos de lo lejos que parecía que estábamos de todo el mundo, aún estando aprisionados en la misma sala), hablaron con nosotros un segundo, siempre con los pulgares hacia arriba, y volvían a marcharse. Me gustaba. 

     Tres parejas nos rodeaban, y nosotros jugábamos a adivinar si se acababan de conocer, o venían de la mano de casa. Suponer a primera vista es mucho suponer, pero nosotros sabemos que existen los besos que empiezan a hornearse y los que ya son pastel. Fue divertido. El volumen de la música les impedía oír nuestras fuertes carcajadas; y si no lo impidieron, pues qué más da. 

     Turnamos los saltos con las risas, mirar y mirarnos, bailar y escuchar. Se tumbó en un sillón y yo a su lado, mirando al techo insonorizado. ¿Sabes esos momentos en las que te das cuenta de que eres feliz, y sientes que algo te va a explotar por dentro, y no sabes cómo sacarlo? Es posible que todo hubiera explotado ya.

viernes, 27 de marzo de 2015

Bailar con el fuego.

     Quiere formar parte del Fuego con toda su alma. Siempre le han gustado sus colores cálidos, su risa contagiosa, su facilidad de acogida. Observa desde lejos el aroma de sus cenizas. Quiere acompasarse con sus llamas, bailar siguiendo sus movimientos hipnotizantes. Quiere pasar noches ardientes. Quiere despertarse por las mañanas, y que su calidez no deje que sus pies pasen frío. Sueña con volar junto a él, y que de sus besos salten chispas en forma de estrellas, no tan artificiales como los demás se imaginan. Quiere escuchar todas las historias que se puedan inventar, siendo hogar el uno para el otro. No le importaría morir ahogada en su respiración. Quiere presenciar las hogueras de campamento, ser los dos el centro de la fiesta, ser juntos el mayor pilar. Mira y sabe que no hay más luz en otras miradas. Siente que no hay más calor en las caricias de otras manos.

     Su primer beso acabó con la vida de los dos. Pero fue en ese último momento cuando el Mar brilló con más intensidad que nunca.